jueves, 27 de mayo de 2010

Te mentí porque no sabía por dónde empezar

- ¿ Qué opinas? Llevas toda la tarde sin hablar. ¿ No vas a decir nada?
- No me hagáis hablar.
- No puedes estar así todo el rato, callada, pensando siempre en lo mismo.
- Está bien. Ese vestido te queda fatal, porque te has engordado en los últimos meses. Respecto a lo que hablabais antes, si eres tan egocéntrica no me extraña que discutas con la gente y que nadie te soporte. En cuanto a ti, hace días que deberías haber dejado de lamentarte porque no sabes si es un sí o un no, deberías acercarte y decirle “ creo que eres el hombre de mi vida, ¿ quedamos?”. A ti que te voy a decir, que dejes de quejarte porque lo tienes todo. Y no me miréis así. Queríais que hablara, os lo he advertido. Decís que siempre me callo, pues bien, ahí tenéis sinceridad y de la buena.
- Hay cosas que hay que callarse, solo los borrachos dicen toda la verdad.
- Exacto. Y yo estoy borracha de dolor. Y eso me impide pensar y ser correcta. Volveré a ser yo misma cuando haya pasado incluso la resaca de después.

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