Así somos los seres humanos. Tendemos a equivocarnos, a
tropezar con la misma piedra una y otra vez, sin importar cuántas veces se nos
haya advertido del peligro. Nos encanta meternos en la boca del lobo y después
maldecir a dónde nos ha llevado la imprudencia.
Nos dejamos llevar por una sonrisa, una mirada o un sueño
que sabemos que poco significa, pero si nos da un pequeño impulso para
continuar, lo seguimos aunque luego signifique un parón que acabe con todo.
Pero a veces, ese pequeño instante que luego precipitará
nuestra caída es tan hermoso que mientras ocurre, lo que pueda suceder después
parece sumamente insignificante…