jueves, 31 de marzo de 2011

Metáforas, benditas metáforas.


Érase una vez un recolector de manzanas. Su mayor ambición y sueño en la vida, era encontrar la manzana perfecta. Había visto muchas, muchísimas, pero ninguna acababa de convencerle, así que nunca se atrevía a recogerlas, y mucho menos, a probarlas.
Un día se hartó de buscar manzanas, incluso se planteó dedicarse a cualquier otra cosa, a recoger peras, o a convertirse en pescador. Y mientras iba a buscar otro oficio, la vio. Era la manzana más hermosa que había visto en su vida. Colgaba dulcemente de un árbol, pero ese árbol estaba detrás de una valla que le impedía alcanzar su manzana.
Llamó a la puerta, pero nadie respondió. Esperó pacientemente varios meses, y la manzana seguía allí, sin percatarse de lo deseada que era por el pobre recolector. Por fin, un día, descubrió el modo de entrar en la villa sin que nadie le descubriera. Pero resultó que la manzana estaba protegida por varios perros furiosos que trataron de detenerle. Pero nada importaba al recolector, que sabiendo que esa era la manzana que había esperado toda su vida, sorteó todos los obstáculos y la cogió entre sus manos.
Es imposible definir lo feliz que se sintió. Su búsqueda había finalizado. Era su manzana, la que había estado buscando, ¡era suya!
Pero había otro recolector que vio que la manzana era hermosa. El recolector lo sabía, y trató de protegerla, pero sus esfuerzos fueron vanos. Y vio desesperado como su amada manzana se marchaba de sus manos.
Agotado y sin fuerzas pensó en mil formas de recuperarla. Pero su cobardía y el miedo pudieron con él. Fue incapaz de salir a buscarla. Todas las noches se maldecía una y otra vez. Se dio al licor de manzana, pensando que tal vez eso mitigaría su dolor. Pero no era suficiente. Por mucho que bebiera y por mucho que probara otras manzanas, ninguna era como aquella.
Un día probó sin ganas una manzana que llamó un poco su atención. Era bonita, y se dio cuenta de que esa también podía ser su manzana, así que decidió dejarla madurar. Aquella vez no dudaría, la protegería como no había sabido hacerlo con la manzana de su vida.
Pero por mucho que esperó, aquella manzana nunca maduró, y se vio una vez más solo, sin ganas de buscar manzanas.

martes, 29 de marzo de 2011

Untitled


Las cosas no van bien. Es más, se podría decir que van fatal. Pero hace un día tan bonito que me parece muy maleducado que el sol me vea llorar.

domingo, 27 de marzo de 2011

Sunlight.


Pensándolo bien, la tristeza es una estupidez. Siendo realistas, vamos a pasarlo mal, nos guste o no. La felicidad, el amor, el bienestar total, son pasajeros. La vida es una montaña rusa, con subidas y bajadas, momentos en los que crees que nada podría empeñar tu felicidad, momentos en los que lloras desconsolado porque no ves cómo salir del pozo en el que te has hundido.
Sabiendo esto, cuando sientas que no puedes avanzar más, que tu vida ha tocado a su fin, que definitivamente has tocado fondo, no te rindas. Después de la tormenta llega la calma, y detrás de las nubes siempre sale el sol, que brillará con más fuerza cansado de que no se le vea.

viernes, 25 de marzo de 2011

Remember.


Me paso mil conversaciones renegando de los hombres, sus manías y estupideces. Concluyo muchas veces con un “todos son iguales”. Pero siendo del todo sincera, no hablo de todos. Principalmente porque, por suerte o por desgracia, no los conozco (quién sabe, si los conociera a todos alguno encontraría que no fuese un completo imbécil, ¿ no?). Supongo que a la hora de generalizar pienso en lo que veo en las parejas que me rodean, en lo que veo en las películas y sobre todo, en mi propia experiencia. Y realmente, sólo una persona me ha hecho al mismo tiempo conocer el hielo de una ventisca y el ardor de un fuego apasionado. Me temo que al decir “todos” realmente me gustaría hablar de ti. De tus manías absurdas al caminar, de tus estúpidas obsesiones con tu deporte favorito, de tu pelo imposible de peinar, de tus desplantes y de tus burlas. Pero sobre todo me gustaría contar que tu forma de hablar era encantadora, que tus besos me llevaban a otro mundo fuera cual fuera el sitio en el que estuviéramos y que siempre pensé que eras el hombre de mi vida.
Es que la vida no es justa. Deberíamos poder empezar con una relación que si acaba fuera calificable con un simple dos. E ir pasando poco a poco de nivel, y una vez encontrada la persona que fuera nuestro diez, no tener que perderla así como así. Yo como una idiota empecé con el diez. Y comparable a la perfección de tus ojos estoy segura de que no hay nada. He perdido la cuenta de los intentos ridículos que he hecho por encontrarte reflejado en cualquier otro, ya que no consiguen acercarse ni a una proyección de tu sombra. A veces te llamaría. Pero soy una cobarde y una cabezota. Y si no luché aquel día, no creo que lo haga mientras sigue pasando el tiempo y sigo realizando mi infructuosa búsqueda.

jueves, 24 de marzo de 2011

Comparisons.

Las comparaciones son odiosas pero a veces son inevitables.

martes, 22 de marzo de 2011

I want...


Quiero... ¿qué quiero? Pensándolo bien quiero flotar, sentirme viva y saber que todo es posible. Quiero estar sola, acompañada y rodeada del mundo. No quiero flashes, pero quiero luces de todas las clases. Te quiero cerca, lejos, en todo y a la vez en nada. No quiero vivir del pasado pero la nostalgia hace que lo añore. Quiero reírme a carcajadas, tomarme un helado y ver lo graciosa que es tu cara cuando bostezas. Quiero vivir. Pero esta vez de verdad. Pensando lo justo, sonriendo al máximo y sintiéndome libre. Y es que a veces el mundo puede ser un bonito lugar para soñar.

Never more.


Sé que es posible que a veces te canses. De tirar del carro, de que tu mitad parezca que ya no encaja, de que las discusiones por nimiedades aumenten de forma vertiginosa, de pensar que pierdes a la persona que te complementa. Sé que es probable que al cansarte pienses que es mejor acabar, que has seguido un camino equivocado y que sin esa parte que sentías esencial podrás respirar mejor.
Pero tu plan tiene un fallo. El amor está en medio. Le/la quieres. Y mientras existe ese amor, al marcharte no ganarás como crees. Siempre perderás.
Porque cuándo te alejes, los recuerdos te acosarán impertinentes, y recordarás su forma de reír, la tonalidad exacta de su piel, su forma de caminar, la soltura de sus palabras, las ganas de oír su voz aunque tan solo fueran unos minutos al otro lado del teléfono. Echarás de menos su boca con la tuya, y maldecirás una y otra vez la decisión que tomaste escogiendo un camino fácil que verás como absurdo cuando ya sea tarde.
Será tarde y te arrepentirás si decides dejar a la persona a la que quieres porque las dificultades aumentan. Puede que te empeñes en que otras personas pueden ocupar su lugar, pero pronto sabrás que no es así. No lo es. Pero quién sabe, igual al descansar y ver que has cometido un fallo, serás capaz de redimirte y volver pidiendo perdón. Y si no es demasiado tarde, yo creo en las segundas partes. Y en las terceras, cuartas, quintas... Cuando quieres a alguien, puede haber muchas partes que demuestren que al amor, cuando es amor, puede superar cualquier obstáculo que se le presente.