lunes, 2 de mayo de 2011

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Tal vez sea solo un instante el que separa el “te quiero para toda la vida” del “se acabó”. Es posible que sea tan solo un instante, tan solo un gesto, tan solo una palabra la que desencadene la convicción de que el amor ha acabado. Sería triste pensar que un día te dolió la cabeza y como no le viste te diste cuenta de que ya no lo necesitabas. O que un día se te agotara la batería del Ipod y al regresar a casa ensimismado te dieras cuenta de que ya no era como antes. Quién sabe, igual fue solo el momento en que ella dijo “odio tu forma de cerrar los ojos” en tono de broma, y tú reparaste en que a ti ya no te gustaba su forma de cerrar los suyos. Pensar que algo tan pequeño como un simple pensamiento fugaz que pasa por tu cabeza puede acabar con algo tan grande como lo que tienes, puede ser desolador. Pero bueno, tal vez ese pequeño pensamiento nunca cobre forma en tu cabeza, y te des cuenta de que el dolor de cabeza crecería sin él, de que ya no es como antes porque es más, de que aunque no te convenza cómo cierra los ojos su pelo y su olor te fascinan cada vez. Y seguirás. Un poco más. Mucho más.

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