lunes, 2 de mayo de 2011
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“Dime que me quieres”. A Marcos le sorprendieron sus palabras. ¿Qué clase de petición era esa? Él jamás decía te quiero, eran palabras demasiado fuertes, demasiado precisas, demasiado reales. Tenía miedo de que en el momento de decir te quiero se atara de forma irreversible a ella sin poder hacer nada para evitarlo. Se preguntó a sí mismo si la quería y se dio cuenta de que sí, le gustaba su forma de caminar, su forma de enfurruñarse cuando le llevaba la contraria, su cara pensativa cuando callaba. Marta le miraba esperando. Las manos le sudaban, no podía decirlo. Le daba demasiado miedo.
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