sábado, 24 de agosto de 2013

Red shoes.

Había mucha gente en esa habitación de luz tenue y grandes ventanales tapados con cortinas. Me resultaba familiar pero no era capaz de decir dónde estaba, aquella habitación parecía un reflejo, una sombra de otra que yo conocía mejor. Me acerqué a un grupo de personas que hablaban, y todas giraron la cara, dándome la espalda. Probé sin éxito con el resto y observé el suelo de madera. Algo me llamó la atención, en vez de zapatos llevaba un par de zapatillas de ballet de un rojo intenso. Tuve la certeza en aquel momento de que estaba soñando y decidí ponerme a bailar. Allí mi cuerpo no encontraba límites y giré y salté sin problemas, sin que el cansancio o el dolor hicieran acto de presencia. Al acabar todos aplaudieron y clavaron sus ojos en mí. Les observé y me di cuenta de que les conocía a todos. Me acerqué pronunciando sus nombres pero ninguno respondía, tan solo me miraban con extrañeza. Empecé a gritar y agarré del brazo a la persona que estaba más cerca.

-¿ Es que no me reconoces? -siguió callada y me miró con miedo. La zarandeé y varios se acercaron a separarme. Me miraron con una mezcla de miedo y de desprecio pero ninguno pareció reconocerme.
Alguien me cogió del brazo y me alejó del gentío.

-No te reconocen. -me dijo con una sonrisa. 

-Gracias por la ayuda, pero ya me había dado cuenta. 

Le miré. El sueño le había magnificado. Estaba más guapo de lo que era realmente, pero era una hermosura escalofriante, al igual que su sonrisa. Lejos de tranquilizarme como habría hecho en la realidad me heló la sangre.
Traté de alejarme pero me siguió.

-Has cambiado. ¿Verdad? -la pregunta no la dirigió hacía mí sino a todas las personas que llenaban la habitación, que al momento clavaron su vista en mí asintiendo. Tuve miedo y supe que aquello no iba a acabar bien. Empecé a correr. Si aquello era un sueño tenía que poder hacerlo sin problemas. Él me siguió y a una señal le siguieron también todos los demás.

Me di cuenta de que había entrado en una pesadilla al abrir la puerta tratando de escapar. Un pasillo oscuro se encontraba delante de mí pero no dejé de correr a pesar de mi miedo a la oscuridad. Ya no les veía pero podía oírles detrás de mí. Seguí corriendo presa del pánico y vi una luz al final, por lo que hice un último esfuerzo tratando de alcanzarla y me encontré ante una escalera.

Sabía lo que iba a pasar pero no tenía escapatoria. No importaba lo elaborado que fuera el sueño o la pesadilla, siempre acababa con una escalera. Empecé a subirla y él me siguió. Su ejército de sombras parecía haberse perdido por el camino, pero él me daba más miedo. 

Entonces sucedió. Los peldaños empezaron a caer y aceleré la subida sabiendo que de un momento a otro yo caería con ellos. Le miré. El miedo también se reflejaba en su rostro perfecto que había perdido la sonrisa socarrona con la que me había perseguido. Su peldaño cayó y saltó hacia mí. Me agarró y chillé.

-¿ Es que vas a dejarme caer? Ni siquiera así lograrás escapar de tu pasado.

Le pegué una patada y se escuchó un crujido. Una cara monstruosa me miraba ahora entre carcajadas y repetí la operación muerta de miedo. Mientras caía aquella risa diabólica inundó todo y me distrajo de observar la caída de los peldaños. El de debajo se tambaleó y traté de alcanzar el siguiente sin éxito. Noté como caía y grité desesperada.

Me desperté sobresaltada y cubierta de sudor. El corazón me latía a mil por hora y poco a poco los jirones del sueño se disipaban como si fueran humo. Sin embargo sus palabras aún resonaban en mi cabeza...


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