viernes, 23 de agosto de 2013

Limit.

Cuando el límite eres tu mismo puedes llegar a odiarte. Una pierna que falla, un pensamiento de que quizás has crecido demasiado, un porqué lo abandoné si era lo que me ayudaba a vivir. Me esfuerzo al máximo, más de lo que lo he hecho con nada tratando de destacar, de recuperar lo que no supe mantener.
El dolor es secundario, el cansancio necesario y las ganas de subir de nuevo hacen que el esfuerzo merezca la pena.

Tal vez debería proyectar ese ansia por hacer un giro perfecto también a la vida real, al día a día, a otras cosas que también me importan y necesito. Pero la diferencia es que ahí el límite no soy yo, no es solo mi cuerpo el que me impide avanzar, hay más obstáculos que no dependen de mí. Por eso en un escenario siento que crezco, que no hay vergüenzas ni temores, que el público es un amigo que te admira.
 
Sin embargo cuando la música no suena, cuando no estás allí arriba, la perspectiva cambia tanto que el miedo gana y el público no es un amigo, tan solo es gente que puede hacerte daño.


Enviado de Samsung Mobile

No hay comentarios:

Publicar un comentario

pensamientos