lunes, 25 de abril de 2011

Whisper.


Quiero gritar. Sin que nadie me haga callar, quiero soltarlo todo, en un grito que no se ahogue en el camino, que continúe llegando a unos oídos que hace tiempo dejaron de escuchar el rumor que susurra mi boca cuando oigo esa hermosa melodía. Diría tanto, me abriría el pecho, me arrancaría el corazón y suplicaría un dulce mordisco de irrealidad que me bajara de golpe otra vez al mundo real. Ese mundo de color grisáceo que hace mucho perdió esa brillante tonalidad que me hacía pensar que sueño y realidad se cogían de la mano haciéndome suspirar. Ese mundo que perdió la luz, en el cual solo algunas veces me permito encender una cerilla que por un fugaz instante me deja ver cómo fue mi realidad. Dulce y perniciosa libertad.

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