martes, 8 de junio de 2010

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No sé quién es . No sé su nombre, ni su edad, ni siquiera sé si es español o porque se dedica a eso. Paso por Independencia, y suele estar allí. Poca gente se para a mirarle o a echarle unas monedas. Pero yo siempre me paro. Me quedo mirando como toca su acordeón, y en vez de aplaudirle cuando acaba, esbozo una sonrisa. Me mira, y también sonríe. Como ya he dicho, no sé quién es, y sin embargo, consigue sacarme una sonrisa con su música perfectamente tocada. Es por eso que nunca le echo monedas. No creo que fuesen suficientes para pagarle, porque ese intercambio de sonrisas entre músicos y esas melodías que me levantan el ánimo, como tantos otros pequeños detalles en esta vida, no tienen precio.

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