lunes, 24 de febrero de 2014

Train.

No era un tren cualquiera, eso estaba claro. No era uno de esos trenes a vapor que tardan tanto en alejarse que si corres en el último momento puedes subirte a ellos en marcha. Para nada. Era un tren de alta velocidad, que arrancaba cuando menos te lo esperabas sin darte la oportunidad de pensarte las cosas o cambiar de opinión. Ahora o nunca, o lo tomas o lo dejas. Me quedé en aquel desierto andén sin entender muy bien qué había pasado, comprendiendo lo mucho que deseaba tomar aquel desvío ahora que era demasiado difícil. ¿Qué debía hacer? ¿Cambiar de destino o cambiar de medio de transporte? O tal vez esperar, una vez más, a que el tren regresara a la estación si la suerte volvía a estar de mi lado...


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