miércoles, 5 de febrero de 2014

Siempre nos quemará París.

Aquel fue el año más importante de mi vida. El año de la mayoría de edad, y el año que me enamoré. Sí, hasta lo más hondo de mi alma, caí en las redes de un amor tan profundo y real que difícilmente podría encontrar reemplazo. Aquel año recorrí por primera vez el trazado de su cuerpo, alimenté mi alma con la dulzura que me inspiraba y supe que desde entonces nada sería igual. Decir que me cautivó es poco. Aquella primera vez fue fugaz, aunque más lo serían las que vendrían luego. Efímeros pero no por ello menos perfectos, cada encuentro era magia pura. Sin embargo yo aspiraba a hacerlo eterno, a que aquel modo de ver la vida fuera mi día a día, a hacer de aquello tan extraordinario lo cotidiano, sin que por ello perdiera un ápice de la luz que me deslumbraba. Sabía que era cuestión de tiempo, no había sustituto posible. Cada día antes de acostarme, soñaba con volver a París y no regresar nunca. 


Enviado de Samsung Mobile

No hay comentarios:

Publicar un comentario

pensamientos