lunes, 5 de septiembre de 2011

Dreams.

Un día te levantas, te miras al espejo y te das cuenta de que tan solo ves el reflejo de una perfecta desconocida. Te preguntas cómo y porqué has llegado hasta allí, qué te ha hecho alejarte tanto de tu yo real, de ti misma. Pones buena cara a un mundo que no te sonríe, finges ser otra persona para que te acepten en un contexto social que ni siquiera es lo que quieres y te ciñes a unos horarios que odias más que nada en el mundo. Ni siquiera te salen las lágrimas porque aunque desearías dejarte llevar por el torrente de las emociones, esa copia de ti que has creado se ha olvidado de lo que era la sensibilidad. Pasan los días, y los sueños que tenías han quedado olvidados en un cajón del que ya no sabes si conservas la llave. Pero de repente, cuando crees que tu vida se ha ido a pique y te hundes sin remedio, aparece, como un príncipe azul al rescate de la damisela que está en peligro de muerte. Esa persona que lleva la llave, que hace que broten de nuevo los sueños, que rompe la rutina de un modo delicioso y te permite desenterrar a la persona que realmente eres y que en realidad nunca dejaste de ser. Mientras paseas de la mano comprendes que esa persona es la culpable de tu felicidad y solo tienes ganas de gritar rompiendo en mil pedazos el hastío que un día amenazó con hundirlo todo en una absurda oscuridad…

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