- ¡ Espera! - Era el último día. Él se marchaba de vacaciones al día siguiente, y a saber si volveríamos a vernos ahora que nuestros caminos se separaban. Se giró y me miró con esos ojos que aceleraban mi corazón y hacían que me costara respirar. Tragué saliva y me dispuse a decir lo que tenía que haberle dicho hacía cuatro años.
- ¿ Qué?
- Nada...Feliz verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
pensamientos