domingo, 4 de julio de 2010

No sé restar tu mitad a mi corazón

Miras el agua del río, miras el cielo oscuro. Debido a las nubes no eres capaz de ver las estrellas. Te planteas saltar, arrojarte a esa marea negra, dejar que te arrastre y acabar con todo. Pero eres un cobarde y ni siquiera eres capaz de eso. El agua está en calma. Así era tu vida antes de conocer a Sophie. Un remanso de paz demasiado aburrido, una vida demasiado lenta y carente de gracia. Y entonces llegó ella. Cambió tu vida para siempre. Con sus manías, con su chicle en la boca todo el tiempo, con su pelo enredado. Con sus locuras y sus ideas absurdas, que tú seguías sin pensar. Haciendo el amor en cualquier sitio, embriagados de placer y de amor. Amor y deseo, gran combinación. Demasiado grande, tanto que daba miedo. Te asustaste cuando te diste cuenta de que realmente te habías enamorado y de que ella lo sabía. Cuando viste que la seguirías hasta los confines del mundo, que lo dejarías todo atrás por ver esa sonrisa resplandeciente. Cuando caíste en la cuenta de que la necesitabas para respirar. En vez de dejarte llevar decidiste resistirte, salir de tu adicción temeraria. Cuando viste que era imposible, decidiste acabar con ello. Tenías miedo. Todos lo tenemos alguna vez en la vida. No lloró cuando le dijiste adiós. Lo aceptó con sus ojos grandes mirándote fijamente, buscando un porqué. Tú giraste la cara evitando su mirada, con cobardía. Vuelves a mirar el agua oscura. Cobarde te gritas de nuevo. Cobarde porque cuando ella giró la esquina te levantaste y quisiste correr tras ella. Pero solo diste dos pasos, lo veías difícil. Cobarde porque no eres capaz de aceptar que la echas de menos y que estás pasando el peor mono de tu vida. Tus lágrimas se juntan con el agua, pues ellas si son capaces de arrojarse a ella. No como tú. Miras las estrellas y te tratas de disculpar con ellas, aunque sabes perfectamente que es a tu estrella a la que le debes una explicación. Y te vas a casa para soñar que aún la abrazas bajo tus sábanas y que sigues contando sus pestañas mientras duerme.

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