domingo, 20 de febrero de 2011

Untitled


Conocí a un chico que soñaba con meterse en una bañera llena de magdalenas. Sí, no es muy normal, hay quién dice en una piscina de bolas, de chocolate o de caramelos, pero no, él decía una piscina llena de magdalenas.
Nunca logré comprender que pretendía hacer en esa piscina, si comerse las magdalenas o simplemente acomodarse en el bizcocho, que debe ser como una especie de cojín blandito.
Le dije que era absurdo, que las magdalenas se quedaban duras si no te las comías, y entonces ya no servían para nada. Entonces me dijo que la vida era como una bañera llena de magdalenas. Puede que no llegues a comértelas todas, puede que unas se queden duras con el paso del tiempo, y puede que simplemente otras te sirvan de colchón y luego ya no sirvan para nada más. Pero al fin y al cabo, son magdalenas. Y quién sabe, nunca sabrás cuántas magdalenas puedes comerte si no intentas comerte todas las que puedas.

1 comentario:

pensamientos