En aquel momento me di cuenta de que ya no te quería. Fue aquella tarde después del sexo, con The Smiths sonando en la radio y un Lucky Strike en la mano. Me vestí lentamente y salí de puntillas, sin hacer ruido. Te miré por última vez y allí seguías, como sigues eternamente en mi memoria, leyendo el periódico como si solo eso importara. Cerré la puerta y suspiré, a diez mil años luz de ti cuando solo aquel trozo de madera nos separaba. Podía abrirse de nuevo. Llamé al ascensor y tiré la llave. Estaba sola. Pero era libre.
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