Hay noches que no son portadoras de buenas noticias, noches que duelen y provocan lágrimas. Si se junta con una noche en soledad, en la que no encuentras en quién buscar refugio, las consecuencias pueden ser catastróficas. A veces es necesario llorar solo, pero otras muchas necesitas a alguien que, aunque sea mentira, te diga que todo va a salir bien.
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